sábado, 19 de septiembre de 2015

Debajo del mar.

La sensación es igual a la de estar sumergida en lo más profundo del mar. Mis brazos largos se estiran y avanzan. Respiro, no se muy bien cómo. No tengo ningún tuvo de oxigeno en la espalda. Debo haber desarrollado alguna nueva forma de respiración para  ese momento.
Tan ahí abajo del mar  esta todo luminoso aunque no me lo crean. Se ve  todo claro y hay peces de colores que me saludan moviendo sus aletas mientras voy nadando a su par. Debe ser su forma de decir buen día, pienso.
Todo es tan calmo,

La meta es llegar a la superficie, saltar como saltan los delfines o las ballenas azules cuando salen del agua a respirar oxigeno con sus branquias, y quedarme en la arena.

Pero no puedo. Tengo que atravesar una capa de basura que hay algunos metros antes de llegar a ese limite que separa la tierra del agua.
La capa es muy espesa, y su basura muy contaminante.
Esa basura habla.
Me dice unas cosas horribles cuando intento atravesar la. ¿cómo se puede ser tan mala?
Entonces vuelvo llorando al fondo otra vez. Desde ahí casi no la escucho y me parece que estoy a salvo momentáneamente porque en realidad mis pies tienen que tocar la tierra.
Tengo que recuperarme y volver a intentarlo.
Una y otra vez hasta lograrlo.