viernes, 27 de febrero de 2015

una historia y una canción.

Estaba viendo un programa en la tele de preguntas y respuestas donde preguntaron algo referido a esta banda. Mientras leía las respuestas posibles, ocurrió un verdadero momento de luz.
Recordé está canción:



Cuando esta canción se estreno (diciembre de 1994) estaba terminando primer grado, nada sabía de Oasis. Posiblemente los miembros de la banda tampoco supiesen que cuando la canción cumpliese 20 años ellos ya no estarían juntos como banda. Lo que sí, seguramente disfrutaron mucho del éxito que significo este tema para su carrera.
En estos 20 años la escuche muchas veces en programas y radios, fue muy popular. Hace poco una gaseosa que te hace creer que destapas a la felicidad misma cada vez que abrís una botella usó el tema para una propaganda en donde la cantaban un grupo de niños.
Para mí tomo significado hacia finales del 2011. Fue un año duro, transitivo... Fue el año en que tome plena conciencia de que había cosas que había que soltar en la vida para seguir avanzando. Aunque ahora suene muy lindo, ese proceso fue desbastador para mis 23. Entonces escuchar que era libre de ser lo que  quisiese me resultaba esperanzador. Incluso, me copie la letra con unas letras grandes que pinte con acrílico purpura en hojas a4 y luego las arme como rompecabezas y las tuve pegadas en el cuarto.
El año pasado, hablando con Natasha llegue a la canción de nuevo. Decidí cerrar dos de mis cursos, ambos grupos de chicas, uno de adolescentes y otro de pre. Quería usarla para dejarles como mensaje que no importaba que fuera lo que las  personas pudiesen decirles mientras crecieran, ellas eran libres de elegir que hacer, decir o ser en sus vidas. Mientras ellas hacían un ejercicio con la misma y la escuchábamos y escuchábamos, pensaba y me di cuenta que estaba nuevamente en un año de transición, no tenía ni idea que iba a hacer el años siguiente, pero tenía clarisimo que no iba a estar más cumpliendo ese rol y que ese mensaje que les estaba dando a ellas también lo necesitaba yo.

Antes de prender la tele, pensaba en lo contenta que estaba porque en estos dos últimos días había empezado a tirar abajo muros auto-levantados, con los que lo único que lograba era auto-limitarme. Fue como jugar a la oca, que te tocara el seis y que ese seis te llevase a la casilla en la que adelantabas cuatro casilleros. Entonces, a modo de premio, me prepare mi comida preferida de este mundo y de todos los mundos a descubrir, me senté en la mesa, prendí la tele y así recordé una cosa y la otra y me llevo a contarles esta historia.