lunes, 26 de enero de 2015

Herencia celular.

A veces extraño leer a Ceci y leo sus viejos posts. A veces quiero leer algo especifico otras no. Buscando algo puntual me encontré con este post,- que cito textual ella lo tenía en su blog  abajo de este párrafo- y lo cito porque entre lo que ella cuenta y lo que voy a contar yo, se genera una historia con un punto de encuentro. 


Un nueve de octubre de 2008, Ceci posteaba esto: 

Justo ayer pensaba, dos años después de terminar mi carrera en la UBA, que si me preguntaran qué materias me gustaron más, seguramente"Historia del Arte" hubiera estado a la cabeza de mi respuesta, o cerca. Entonces me culpé a mí misma por no haber preparado como correspondía el tema especial del final de cursada. (Recuerdo todavía la cara de desilusión del profesor, un tipo que se apasionaba cuando hablaba, el 7 y su "andá nomás"). Y repasé también el programa: "El banquete" de Platón, "Antígona", de Sófocles, el debate modernidad/ posmodernidad (que incluía textos maravillosos de Tarkovski), la pregunta "por que y para qué al arte?" entre otras cosas. Y también recordé, cómo no, los teóricos de las tres de la tarde, un horario mortífero, con cuatro alumnos, un profesor y mucho sol. La mitad iba porque aún no se habían enterado de que no eran obligatorios, y la otra mitad íbamos por puro disfrute. Al hombre se lo notaba un poco cansado. Pero siempre llevaba libros y anotaciones. Y contaba cosas interesantes. Sobre todo machacó esa idea de que no conviene revisar -ni mucho menos juzgar- la historia con el ojo del presente. Yo me preguntaba cómo no se frustraba con tan escasa concurrencia. Le pido perdón por ese tema (no) especial y desganado. Le doy las gracias. Ahora que se fue, me doy cuenta de que yo fui una de las afortunadas que tuvo a Nicolás Casullo al frente de su clase. (Algunas crónicas lo llaman "ensayista" y "escritor". Yo lo recuerdo como Profesor).


Mientras leía, línea a línea, asentía casi todo. Yo ame "arte y sociedad de masas", me cambio la cabeza por completo. También recuerdo no haber preparado mi examen con todas las ganas, haber visto la cara de desilusión de mi profesora cuando me dijo que me había sacado un siete y que esperaba más, su "bueno andá porque tengo casos graves". Nunca tuve en frente alguien con tanta pasión por lo que enseñaba. 
En mi programa estaba todo lo que ella  nombra, salvo "El banquete". 
Mis clases eran a las seis, era una materia orientada. Nadie de comunicación se recibe sin ella. Algunos iban porque no les quedaba otra, otros salíamos fascinados. 
Mi profesora siempre daba clases con sus libros, sus anotaciones, algunas veces nos leía en voz alta - Nunca escuche a alguien leer tan bien. "Mi padre me hacía leer siempre en voz alta, y respetar la puntuación. El autor se tomo mucho trabajo para  poner cada signo donde esta", comentaba que él le decía y parecía escucharlo mientras repetía sus palabras.-
A mi me quedo muy fuerte de ella, "el arte es lo que más se preguntó sobre la condición humana " ; una vez soltó "el misterio es tan necesario como que el corazón lata" ; me dejo la palabra "interpelar" sin saber que iba a ser una invitación a sentirme interpelada.
Pude pedirle disculpas por mi falta de entusiasmo al hacer el examen, pude agradecerle lo mucho que sentí recibir y porque, haber ido a su clase derivo en que llegará al periodismo cultural.
Iba pensando todas estás cosas hasta que llegué al nombre del nombre del profesor de Ceci y me detengo. Porque en ese momento descubrí algo y  me sentí muy conmovida de ahí en más.

Cuando Casullo murió, si no me equivoco en 2008, yo nada sabía que iba a estudiar comunicación un día. El auditorio de mi universidad tiene su nombre. Nunca supe quién había sido hasta el cuatri pasado, que curse arte y sociedad de masas en la última aula de un pasillo que te hace chocar con el auditorio. 
En mi primer clase, en vez de aparecer un hombre- según la oferta académica era un profesor- apareció una mujer,y con el mismo aplomo con que dio las clases de la primera a la última, entre muchas cosas, ese primer día dijo que el auditorio llevaba el nombre de su padre.

Entonces comprendí que Ceci en su UBA, había sido alumna del padre, y yo en mi UNQ de la hija. Podrían existir algunas distancias,pero las sensaciones fueron las mismas. Justo en ese momento no pude evitar preguntarme: ¿Será que la pasión hacia un tema también se hereda, como se heredan los caracteres genéticos?