Quizás alguien recuerda la historia de mi alumno Mati, cuya mamá fue maestra mía de primer y segundo grado, ya fallecida. Si no lo recordas o no lo pudiste leer el primer post está acá.
Quince días antes del jueves pasado, charle con la maestra de Mati sobre su mamá. Le conté que había sido mi maestra, que me angustiaba mucho que yo podía recordarla y él no. Lloré. Supo que hacer conmigo y me recomendó que le escriba una carta, que se la de a su papá para que este se la guardase hasta que sea necesario.
Eso hice, la escribí un medio día de sol bien celeste llorando casi desde el comienzo hasta el final. Nadie puede tener dimensión real de lo fuerte que este tema me significó. Lo mucho que me llevo a tener conciencia de todo lo que había recibido como alumna, lo que yo misma daba en cada clase que dí y doy. Pero también a reflexionar, que injusta es a veces la vida... Estos chicos habían tenido a la mamá más buena de todas y no podían recordarla.
Comencé la carta jugando con el tiempo, para que pueda ser leída ahora o en diez años. Algunos párrafos me gustaron mucho como quedaron. Les conté de su sonrisa, que estaba en cada día con sol y cielo celeste, porque ella era un sol brillante. Entre muchas cosas...
Llevaba quince días de tener el sobre fucsia con puntos blancos en mi bolsa, algunas veces lo veía al papá y no me animaba, o me daba cosa frenarlo de la nada y decirle.
Un día me aburrí de mi misma. Una parte de mi le puso los puntos a la otra y le dijo: resolvé esto de una vez.Decidí citarlo, para el jueves siguiente en el horario de la entrada. A la media hora no tenía voz.
Jueves 9.
Llegué a la escuela más temprano que todos los otros días desde que habían empezado las clases. Me avisó por una maestra que entraba que ya estaba en la puerta. Salí, lo hice pasar. Le comente que no había pasado nada malo con Mati y así sin más le dije que había sido alumna de Stella. Se sorprendió. Seguí hablando, le comenté que me angustiaba mucho saber que los nenes no podían recordarla. Dijo algo en los segundos que tarde en sacar mi sobre de mi bolsa, pero no le recuerdo.
Les hice una carta. A Mati y a Maca, la diriji a ellos pero también es tuya y de quién consideres. Cuando creas conveniente por favor dáselas a los chicos
De golpe se le vidriaron los ojos.
Le conté que había sido la maestra más buena que había tenido en la escuela. Él aseguró que lo sabía. Me agradeció. No hay nada que agradecer, esta es mi manera de agradecer lo que recibí.
Duro cinco minutos la charla, se fue con los ojos vidriosos.
Yo me fui hacia el patio.
Respire.
Sonreí.
Sentí paz.
Quince días antes del jueves pasado, charle con la maestra de Mati sobre su mamá. Le conté que había sido mi maestra, que me angustiaba mucho que yo podía recordarla y él no. Lloré. Supo que hacer conmigo y me recomendó que le escriba una carta, que se la de a su papá para que este se la guardase hasta que sea necesario.
Eso hice, la escribí un medio día de sol bien celeste llorando casi desde el comienzo hasta el final. Nadie puede tener dimensión real de lo fuerte que este tema me significó. Lo mucho que me llevo a tener conciencia de todo lo que había recibido como alumna, lo que yo misma daba en cada clase que dí y doy. Pero también a reflexionar, que injusta es a veces la vida... Estos chicos habían tenido a la mamá más buena de todas y no podían recordarla.
Comencé la carta jugando con el tiempo, para que pueda ser leída ahora o en diez años. Algunos párrafos me gustaron mucho como quedaron. Les conté de su sonrisa, que estaba en cada día con sol y cielo celeste, porque ella era un sol brillante. Entre muchas cosas...
Llevaba quince días de tener el sobre fucsia con puntos blancos en mi bolsa, algunas veces lo veía al papá y no me animaba, o me daba cosa frenarlo de la nada y decirle.
Un día me aburrí de mi misma. Una parte de mi le puso los puntos a la otra y le dijo: resolvé esto de una vez.Decidí citarlo, para el jueves siguiente en el horario de la entrada. A la media hora no tenía voz.
Jueves 9.
Llegué a la escuela más temprano que todos los otros días desde que habían empezado las clases. Me avisó por una maestra que entraba que ya estaba en la puerta. Salí, lo hice pasar. Le comente que no había pasado nada malo con Mati y así sin más le dije que había sido alumna de Stella. Se sorprendió. Seguí hablando, le comenté que me angustiaba mucho saber que los nenes no podían recordarla. Dijo algo en los segundos que tarde en sacar mi sobre de mi bolsa, pero no le recuerdo.
Les hice una carta. A Mati y a Maca, la diriji a ellos pero también es tuya y de quién consideres. Cuando creas conveniente por favor dáselas a los chicos
De golpe se le vidriaron los ojos.
Le conté que había sido la maestra más buena que había tenido en la escuela. Él aseguró que lo sabía. Me agradeció. No hay nada que agradecer, esta es mi manera de agradecer lo que recibí.
Duro cinco minutos la charla, se fue con los ojos vidriosos.
Yo me fui hacia el patio.
Respire.
Sonreí.
Sentí paz.
Qué lindo...snif...
ResponderEliminarAy!!! Georgi...me haces nudito en la garganta y si asi me siento yo me imagino el papa de el nino.
ResponderEliminarEs sumamente hermoso que alguien recuerde a nuestros seres queridos que ya partieron con tanto respeto y carino.
Te dejo un gran abrazo y te felicito por tener unos sentimientos tan bonitos.
Cada persona que escucha esta historia, termina emocionada.
EliminarFue muy fuerte para mí.
Gracias por ser tan buena conmigo siempre.
Un abrazo.
Habia leido el post anterior con nudo en la garganta y no supe que decir. Ahora leo este, con nudo mas grande y ojos vidriosos, y no puedo dejar de decirte que fuiste muy valiente y linda al escribir esa carta, que te sirvió a vos para recordar a alguien que te marcó, pero que ademas es un recuerdo precioso e invaluable para esos chiquitos. Te felicito!
ResponderEliminarFue muy fuerte, y lo que necesité hacer. No me hubiese perdonado nunca saber que podía haber hecho algo para que sepan que tuvieron la mamá más buena del mundo, y no hice nada.
EliminarGracias. Muchas.